sábado, 22 de diciembre de 2012

1, 2, 3... Y LA NAVIDAD SE HIZO


Eran mediados de junio allá por el año 133 a.C. cuando el ejército romano acababa de invadir Asia menor. Lo cierto es que por allí no encontraron mucho con que engrandecer su imperio, pero no podían volver con las manos vacías; así que, en vistas de que carecían de una religión estable con la que someter al pueblo y dado que entre aquellas tierras se toparon con la fuerte influencia del mitraísmo, a alguien se le ocurrió la idea de importar algo que no se había hecho hasta entonces: podían llevarse una religión a casa.
No se vio ninguna estrella en el cielo que les indicase un atajo para un regreso que se vaticinaba largo ante la llegada del verano. La ruta tampoco estaba señalizada y las migas de pan que habían dejado como rastro para la vuelta, se las habían comido los pájaros. De no ser por tres o cuatro poblaciones asoladas que habían dejado a su paso, no habrían sabido volver, o habrían tardado unos cuantos años. El camino era muy largo, sobre todo, recordando que las legiones iban a pie y las autopistas no existían.
El invierno les cogió de regreso cerca de Nazaret, pero por aquel entonces, el cristianismo estaba muy lejos de toda imaginación o profecía. Los romanos celebraban por aquellas fechas las saturnales. En estas fiestas, tras las ceremonias religiosas y los banquetes, se intercambiaban regalos y visitas y a los esclavos se les concedía libertades poco corrientes, pero de nuevo empezaron a perder las nociones de su propia religión con el cargamento que llevaban. Lo cierto es que el mitraísmo prometía ser una religión ideal para el pueblo romano.
El tiempo pasó y aquella religión efectivamente alcanzó una expansión formidable, aunque estaba empezando ya la competencia del cristianismo; pero hacia el año 385 d.C, Teodosio I dictó fuertes medidas contra esta creciente amenaza a su culto. A pesar de esto, ni todos los leones del coliseo pudieron acabar con los cristianos y a alguien se le ocurrió aquello de “si no puedes con tu enemigo, únete a él”. Y fue así como el cristianismo empezó a ir ganando terreno a las otras religiones; pero por supuesto, lo que más atraía a los seguidores de una determinada religión, eran las fiestas propias de ella. Del nacimiento de Jesús, poco se sabía; cuando Él nació era un chico normal del que poco cabía imaginar su gloria, así que nadie se anotó aquella fecha como algo memorable; sí, su madre se acordaría, pero sólo mientras viviese. Echando unos siglos de por medio, evidentemente aquella fecha quedó en el más absoluto olvido. ¿Cómo se les podía haber pasado algo tan importante?.
Así que para ganarse el beneplácito de los romanos, adoptaron las fechas de las saturnales y alguna de las costumbres propias de aquella vieja religión como fecha del nacimiento de Jesús; con ello consiguieron más seguidores del cristianismo.
En su creciente expansión, el cristianismo fue topándose con otras religiones a lo largo del mundo y fue contagiándose de las otras, de las que fue cogiendo algún detalle para no discriminar a los seguidores de esas otras religiones, que finalmente acababan por seguir el cristianismo, dado que se estaba poniendo de moda y tenía muchas fiestas.
Así pues, las saturnales romanas y a fiesta pagana de los britanos, tenía lugar hacia el 25 de Diciembre. Más o menos, se estuvo de acuerdo en fijar aquella fecha como la del nacimiento de Jesús, dado que había sido muy notable en las tradiciones anteriores. También conservaron el hecho de hacer regalos.
Del mitraísmo, se adoptaron ideas como la inmortalidad del alma, puesto que aquel detalle gustaba mucho y daba más poder a esta religión, pero también la creencia en el castigo eterno de los malos y la perdurable felicidad de los buenos, puesto que aquel detalle servía para dirigir al pueblo por el camino que más interesaba: el camino del bien. En aquel mundo de hombres, las mujeres estaban excluidas de las prácticas del culto, aunque se insistía mucho en la caridad del prójimo.
Para dar color a la fecha del nacimiento de Jesús, se adoptó también la costumbre de adornar las iglesias con muérdago y acebo; decorar la casa con guirnaldas, era una costumbre nórdica de la que también se sirvió el cristianismo...
Y fue más o menos así como entre saturnales, mitraísmo, regalos, guirnaldas, caridad y demás, nació la navidad del cristianismo.
--   Daniel Balaguer    http://www.danielbalaguer.es    https://sites.google.com/site/danielbalaguer

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